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La rana que quería ser una rana auténtica 

27 de marzo de 2021, Jürg Messmer

Desde que publiqué los dos cuentos "La fe y las montañas" y "El dinosaurio" de Augusto Monterroso, no he podido descansar. Fuera de América Latina, estos mini-cuentos (traducidos) no han sido tan bien recibidos como esperaba o deseaba. "Deprimente", o "¿qué está tratando de decir?", o "¿cómo yo interpretaba estas historias?". Me quedé sin palabras, incluso decepcionado, y casi dispuesto a intentar interpretaciones tranquilizadoras. Lo dejé. Las historias simplemente pertenecen por completo al lector, y probablemente el propio Monterroso se había dado cuenta de ello. Un testimonio de ello es "El mono que quiso ser escritor satírico".

Para mi gran alivio, hubo una reacción de aprobación después de todo, ¡"hilarante"! Pero el comentario siguiente "tan autorreflexivo... asombroso para un país tan religioso", ya me desconcertó: como si tal país fuera un país homogéneo que solo se formara de "creyentes irreflexivos", y más preocupante, como si la autorreflexión fuera algo objetivo que solo fuera posible en círculos "ilustrados" y tal vez incluso "democráticos".

Sin embargo, su "aprobación" (que siempre es muy importante para mí), ha hecho que me plantee (traducir y) publicar este texto de Augusto Monterroso.

 

La rana que quería ser una rana auténtica

[Minicuento - Texto completo.]
Augusto Monterroso

Había una vez una rana que quería ser una rana auténtica, y todos los días se esforzaba en ello.

Al principio se compró un espejo en el que se miraba largamente buscando su ansiada autenticidad. Unas veces parecía encontrarla y otras no, según el humor de ese día o de la hora, hasta que se cansó de esto y guardó el espejo en un baúl.

Por fin pensó que la única forma de conocer su propio valor estaba en la opinión de la gente, y comenzó a peinarse y a vestirse y a desvestirse (cuando no le quedaba otro recurso) para saber si los demás la aprobaban y reconocían que era una rana auténtica.

Un día observó que lo que más admiraban de ella era su cuerpo, especialmente sus piernas, de manera que se dedicó a hacer sentadillas y a saltar para tener unas ancas cada vez mejores, y sentía que todos la aplaudían.

Y así seguía haciendo esfuerzos hasta que, dispuesta a cualquier cosa para lograr que la consideraran una rana auténtica, se dejaba arrancar las ancas, y los otros se las comían, y ella todavía alcanzaba a oír con amargura cuando decían que qué buena rana, que parecía pollo.

FIN

 

Fuente: ¡muchas gracias! Casa digital "CIUDAD SEVA" del escritor Luis López Nieves

Augusto Monterroso, nació en Honduras, hijo de una hondureña y un guatemalteco, y pasó sus años de juventud en Guatemala. Le marcó la vida bajo el régimen totalitario del dictador Jorge Ubico, la Revolución de Octubre de 1944 y los posteriores esfuerzos de democratización en Guatemala, para cuyo primer gobierno legitimado democráticamente también trabajó en el servicio diplomático hasta que el gobierno de Jacobo Arbenz llegó a su fin con su derrocamiento en 1954. Tras un breve exilio en Chile, donde trabajó para la Gazeta de Chile de Pablo Neruda, acabó exiliándose en México, que se convirtió en su hogar. Según la Wikipedia en alemán, sus relatos están influenciados por Jorge Luis Borges y Franz Kafka (La metamorfosis).

PD: Personalmente, encuentro en sus cuentos cortos no solo una malicia irónica, pero aún más una ternura desesperada.

PD2: Gracias por atreverte a vivir con (mis) contradicciones y enseñarme a aguantar ellas, incluso "arriesgar" la vida. Un riesgo que casi me promete algo parecido a la seguridad.

Las canciones -también- "pertenecen" al oyente

Palabras claves: Cuentos-cortos

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